El pueblo:
Tras cinco horas en un autobús semi-cama (bastante cómodo e inexistente en España) llegamos a altas horas de la noche a Colón. Como si fuese un pueblo del Oeste, sus calles sin asfaltar nos recibieron y, por supuesto, nos perdimos un ratito pequeñín.
Al día siguiente descubrimos que se podía atravesar en barca el río y llegar a una especie de islitas en las que no hay nada más que vegetación y playa. Tito, el personaje que veis en la foto, fué el encargado de llevarnos hasta allí por la módica cantidad de veinte pesos por los dos, ida y vuelta.
En realidad el viajecillo era bastante corto, pero gracioso.
La isla:
Llegó el momento de irnos, y tuvimos que avisar para que vinieran a buscarnos. ¿Cómo? alzando la bandera y dándole vidilla.
Al día siguiente en la playa fluvial hicimos un importante descubrimiento y es que en Argentina también existe la importantísima figura del dominguero/chiringuetero. Si no, no sería una playa ¿no?. Eso sí, domingueros bebiendo mate en vez de sangría pero domingueros al fin y al cabo.
Y esta es la señora (Cati) que regentaba el hostal donde dormimos, y que nos repitió que nos pusiésemos crema solar muchas más veces que una madre. Entrañable.
1 comentario:
Amigo, tu estas seguro que esa "playa" no era Sanluca´,jejejeje!
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